La A.C El Encierro y las peñas de Sanse le tributaron un entrañable homenaje al Dr. Jesús Gálvez en el inicio de la II Becerrada de las Peñas celebrada en La Tercera.
F. Corella: " Nunca le agradeceremos suficientemente al Dr. Jesús Gálvez su dedicación y su experiencia. Gracias a ellas el capítulo de muertes en nuestra plaza se reduce a uno en 1967 "
Por Fernando Corella*. Desde que se construyó La Tercera en 1961, incluso antes, todos
los que se han puesto delante de los toros en San Sebastián de los Reyes,
toreros o corredores, han tenido mucha suerte.
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Caricatura de Fernando Corella al Dr. Gálvez |
Antes de la inauguración de la Plaza, cuando se celebraban los
festejos en la Plaza del Pueblo un jovencísimo licenciado en medicina auxiliaba
a todos los heridos y accidentados en festejos taurinos y encierros. Acababa de
realizar su juramento hipocrático, ese obligatorio compromiso que deben
confirmar todos los galenos antes de realizar su profesión y que manifiesta de
forma rimbombante en parte de su texto: “En
pureza y santidad mantendré mi vida y mi arte…”
Y si arte se ha realizado en infinidad de tardes en La Tercera,
algunas tardes, las más trágicas, también se ha prodigado el arte en la
enfermería.
El equipo médico desde su burladero observa las evoluciones de
toro y torero en un estado de “prevengan” como un ejército preparado para
entrar en batalla. Cuando suenan al unísono el ¡Ay! de la cogida y el zarpazo
sobrehumano de la tragedia, todo se revoluciona. En unos segundos los médicos
toman posiciones y el herido llega en volandas entre prisas, angustia y susto.
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El Dr. Gálvez recibe la caricatura realizada por F.Corella de la A.C. El Encierro
en el acto de homenaje tributado al cirujano en el inicio de la becerrada de
las peñas celebrada el pasado día 26 de Agosto en La Tercera |
El cirujano examina la herida en un abrir y cerrar de ojos, hunde
los dedos hasta el fondo para encontrar el último manantial de la hemorragia,
antes de empezar a dar órdenes al estado mayor que le rodea, como un jugador de
ajedrez retrata el tablero de una ojeada y decide la jugada necesaria.
Enfermería
En el mundo imponente de la enfermería, el chisporroteo de los
alamares de oro desaparecen, el verde aséptico lo tiñe todo, revolotean a
velocidad de vértigo los guantes quirúrgicos. Sobre la mesa de operaciones se
descompone en un segundo el elegante vestido del artista. Bajo la exagerada luz
de los focos imperan los brillos que cortan: tijeras, pinzas, bisturíes actúan
contra la mueca de la herida, mientras el soñador de gloria suda en el limbo de
la anestesia.
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El Dr. Gálvez con Fernando Corella autor de la caricatura y de este artículo |
Es el mismo protocolo en las mañanas de encierro, donde el oro no
está en el vestido, sino en la ilusión y las cogidas pueden ser también
terribles. Hasta los temidos tapones que producen un desbarajuste de heridos,
aplastamientos, cornadas y traumatismos, se atienden con un calculado plan de
emergencia.
Nunca le agradeceremos suficientemente al Dr. Gálvez su dedicación
y su experiencia. Gracias a ellas el capítulo de muertes en nuestra plaza se
reduce a uno en 1967. Un corredor que cometió una imprudencia temeraria citando
al grupo de toros que ya estaba agrupado en el centro del ruedo, fue corneado,
entró en la enfermería muerto, el toro le había partido el corazón, no se pudo
hacer nada.
En más de 50 años se habrán corrido en Sanse más de trescientos
encierros, con cifras de corredores que se cuentan por cientos, en ocasiones
miles, en cada uno de ellos.
La cantidad de percances y
cogidas han sido innumerables, como innumerables han sido las
intervenciones del equipo médico del Dr. Gálvez.
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El Dr. Gálvez recibe de las peñas una placa de recuerdo por más de medio
siglo trabajando en la enfermería de la plaza de toros de Sanse. |
Y después de la intervención, la palabra exacta, el consejo clave,
la tranquilidad que transmite un médico humanista, experto en medicina, cirugía
y sobre todo en las ciencias de la
vida. La habilidad de convertir la ciencia en conciencia.
Quien quiere ser figura del toreo tiene que tener orgullo. Cuentan
que el inmortal torero Guerrita le dijo a un grande de España “¡Usted será
duque, pero yo soy torero!”
Por las manos del Doctor han pasado figuras del toreo, ha
comprobado como el orgullo y la mirada altiva, se trocaba en dudas y mirada de
súplica al entrar en la enfermería y entender que su futuro, incluso su
vida, dependía de esas manos.
Es en una camilla y en su periodo de recuperación, donde se hace o
deshace un torero. Antes del percance
piensa lo que el toro puede darle, después del percance lo que le puede
quitar y sólo los excepcionales lo superan.
La visión de San Nicolás
En 1961 fue Eduardo San Nicolás el que tuvo “la visión” de
contratar al Dr. Gálvez, le conocía de sus intervenciones en los festejos en la
Plaza del Pueblo y conocía su experiencia en el Hospital Provincial de Atocha,
donde llegaban todos los heridos por asta de toro que se producían en capeas,
encierros y festejos populares que se celebraban en los pueblos de los
alrededores de Madrid, también conocía sus enormes ganas de aprender. D. Jesús
asimilaba cada enseñanza de sus profesores, enseñanzas a la antigua usanza,
cuando un médico detectaba que un anciano tenía diabetes al observar que las
moscas se acercaban a la zona de la bragueta por el exceso de azúcar. Eran
otros tiempos donde los conocimientos y los medios no eran los mismos que
ahora.
La actividad en los primeros años de la plaza tampoco era la
misma, ya que era plaza de temporada donde se celebraban festejos desde febrero
a noviembre, a eso se añadían los encierros de la semana de Fiestas en Agosto.
Han pasado muchos años y aquel joven con ansias de aprender,
consiguió que la enfermería de la plaza de San Sebastián de los Reyes sea una
de las mejor equipadas de España y con el tiempo ¡¡¡más de cincuenta años en
esta especialidad!!! se convirtió en el decano de los cirujanos taurinos,
siendo un referente para sus colegas. Hemos disfrutado magníficos coloquios
organizados con su presencia acompañado por el Dr. García Padrós, el Dr. Vila y
otros cirujanos de máximo prestigio.
Nos alegramos de su tranquilidad al dejar la ingente
responsabilidad del cargo y su merecidísimo descanso para dedicarse a su
familia y sus hobbies, la lectura, la cultura en todas sus facetas, la
fotografía de la naturaleza en la que es un experto. Pero nos entristece, ya no
será lo mismo llegar a la plaza y no verle en el patio de caballos y presumir
con nuestros invitados de nuestra amistad con este célebre profesional de la
medicina con el que es un placer charlar en todo momento.
Desde nuestra asociación queremos rendirle un merecidísimo
homenaje, por su humanidad, por haber dejado huella en Sanse, por su humildad y
su participación en nuestras tertulias y en todas las actividades en las que
nos hemos aprovechado de su infinita amabilidad. Pero el dejar su
responsabilidad como jefe del Equipo Médico no le jubila como amigo, en eso le
quedan muchos años en activo y queremos que siga con nosotros como hasta ahora.
Dicen que sólo un exceso es recomendable en el mundo: El exceso de
gratitud. ¡¡Gracias por su amistad¡¡.
*Este artículo de F. Corella se publicó en el libro de fiestas 2014 de la A.C. El encierro
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