En la tarde del pasado día 22 de junio en
el Nuevo Casino Principal, en plena Plaza del Castillo, se hizo público el
fallo del jurado del IXº Certamen Internacional de Microrrelatos de los San Fermín, correspondiente a 2017 y organizado por el Blog San Fermin. La relación de los premiados es la siguiente:
Primeros tres clasificados:
Primeros tres clasificados:
Ganador: La carrera por Xabier Sancho.
2º clasificado: Reencuentro por Carlos Servent Mañes.
3º clasificado: El último que vuele por Gabriel González Ortiz.
Resto de finalistas:
4º clasificado: Un estallido de libertad por José Francisco Alenza García.
5º clasificado: Zuri-gorri, berde-beltz por Ainara Elizondo Lizarraga.
6º clasificado: Todos queremos MORE por Jokin Sam Julián Aranguren.
7º clasificado: Exodus por Ernesto Vicente Salcedo Aparicio.
8º clasificado: Es toda su ilusión por Ignacio Navarro Otano.
9º clasificado: El milagro por Pablo Lorente Muñoz.
10º clasificado: La cuadrilla de Serapio por Jokin Berruete Cilveti.
4º clasificado: Un estallido de libertad por José Francisco Alenza García.
5º clasificado: Zuri-gorri, berde-beltz por Ainara Elizondo Lizarraga.
6º clasificado: Todos queremos MORE por Jokin Sam Julián Aranguren.
7º clasificado: Exodus por Ernesto Vicente Salcedo Aparicio.
8º clasificado: Es toda su ilusión por Ignacio Navarro Otano.
9º clasificado: El milagro por Pablo Lorente Muñoz.
10º clasificado: La cuadrilla de Serapio por Jokin Berruete Cilveti.
Nuestra más sincera y entusiasta enhorabuena a todos ellos, así como al
resto de participantes en este IXº Certamen Internacional que nos han hecho disfrutar de nuevo de los sanfermines con sus
trabajos.
Primer premio 2017. La carrera – Xabier Sancho
Se susurró la palabra mágica en el oído preciso y, tras el
estruendo, la atrancada compuerta por el desuso cedió aquella mañana del 7 de
julio en la que, al fin, salí corriendo por las calles de aquella ciudad
desconocida.
Vaya que si corrí, corrí como los mejores, determinado,
astuto, sólo cabeza.
Corrí como corre el vino fresco por la garganta reseca, casi
sin aliento del tenor improvisado, o como corre un niño, mitad alegría mitad
pánico, cuando intuye tras de sí, verga en mano, mueca eterna, la sobrenatural
presencia del kiliki.
Corrí con las ganas de llorar con las que corren los que sienten,
corrí por existir, porque quiero vivir los Sanfermines, corrí por los gigantes,
los cabezudos, corrí para besarme en los fuegos, corrí por los encierros, las
verbenas, corrí porque me gusta esta ciudad, la faja, el pañuelo, ser uno más
de ellos.
Sigo corriendo, porque ya veo la plaza, y un punto
vulnerable en su estructura, acelero el ritmo, estoy cerca, soy el más fuerte,
esprinto, salto, esquivo unos últimos contrincantes y entre abucheos me cuelo
el primero en la plaza.
Victorioso y exhausto troto hasta el centro, me acurruco en
el suelo y duermo.
Naceré en Abril
-2º clasificado 2017: “Reencuentro” de Carlos Servent
Mañes
Él la miró. Gracias a su altura, le pudo pasar el vaso de
cerveza por encima de la multitud. Ella se lo agradeció con una sonrisa cuando
todavía ninguno de los dos llevaba teñida de rosa parte de su indumentaria
blanca, ni ella llevaba el sombrero mejicano, ni él llevaba un mono de
peluche colgado al cuello. Entre sonoras carcajadas la noche sanferminera
terminó de “tunearlos” con collares fosforescentes, una pierna arremangada
hasta la rodilla, además de sendas pelucas de color lila. Al amanecer y durante
el encierro, se les vio agarrados a la barra de un bar para que el balanceo de
su embriaguez no terminara con ellos en el suelo mientras discutían por pagar.
Coincidiendo con la salida de la plaza de la multitud que
había estado viendo el encierro, medio centenar de personas irrumpieron en
dicho bar acompañados por el agudo sonido de las gaitas. Durante ese tumulto se
perdieron de vista.
Meses más tarde, ella acompañaba a su novio a un juicio por
venta de hachís. El juez que al entrar tuvo que agacharse para no pegarse con
el marco de la puerta, antes de leer el acta, alzó la vista. Sus miradas
dictaron la sentencia.
3º clasificado 2017: “El último que vuele” de Gabriel
González Ortiz
El 1 de enero ingresó por trombosis, el 2 de febrero por
virus, el 3 de marzo murió Sofía, el 4 de abril le detectaron el tumor, el 5 de
mayo no pasó nada y el 6 de junio, por primera vez, olvidó el cumpleaños de su
hija. San Fermín ya no era una fiesta, era un vecino inminente. El 7 de julio,
temprano, tomó un taxi y lo mandó al Caballo Blanco. Recordaba bien dónde
estaba la rendija. Arrastró hasta allí su andador e introdujo la mano: al fondo
seguían el paquete de Coronas y la petaca de Cardhu; debajo, los pañuelos y la
fotografía. Doce años llevaban esperando al último de la cuadrilla. Sacó los
rojos de Eduardo, Francisco y Benancio, y los anudó a los azules de Patxi y
Julio. Después extrajo un cohete de la chaqueta. Ató la hilera de pañuelos al
palo y encendió un Coronas que fumó ensimismado. La foto en blanco y negro de
los seis frente al Café Kutz le miraba con lástima. Suspiró. Brindó al cielo
con whisky y prendió la mecha. La chispa subía cuando las dianas irrumpieron
tras la esquina. “A la mierda…”, sonrió mientras apuntaba al jardín donde
dormían unos jóvenes pelirrojos.
*Info. en el Blog San Fermín
*Info. en el Blog San Fermín
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